Ciudadanos, que todo cambie para que todo siga igual



 
  Únicamente en un país tan poco dado a la lectura como el nuestro puede entenderse el ascenso de una organización como Ciudadanos. Los españoles no leen prensa ni programas electorales y, por norma general, votan la telegenia de los candidatos. Rivera cae simpático a muchos y por eso triunfa. Sólo así se comprende que la turba haya decidido confiar en las falsas propuestas de cambio de un partido político que en materia económica no es otra cosa que un sucedáneo del Partido Popular. Y es que gran parte del programa fiscal de la formación naranja coincide con el de FAES. La retórica de Ciudadanos consiste en desmarcarse del PP "acabando con la corrupción", aunque lo cierto es que si uno echa un vistazo a sus programas económicos constatará que coinciden en demasiados apartados. A saber: aumento del porcentaje de cesión del IRPF, mantenimiento del copago sanitario e incremento de las tasas durante el tramo universitario, establecimiento de un tipo único del Impuesto de Sociedades en el 20 % (se reduce, pero a todas las empresas por igual), tipos impositivos ridículos para el Impuesto de Patrimonio y rechazo a la eliminación de las Sicav, una categoría de sociedades que son un fraude en sí mismas (Rivera propone "investigarlas", es decir, otorgarles el beneficio de la duda). Eso por no hablar de la negativa a subir el salario mínimo (aunque el propio Rivera llegase a admitir que a él le sería imposible llegar a fin de mes con la cifra actual) o del apoyo incondicional de Ciudadanos al TTIP, un acuerdo cada vez más cercano que echará por tierra buena parte de los derechos de millones de trabajadores a lo largo del planeta. En definitiva, un programa destinado a perpetuar el statu quo actual, en el que las rentas más altas continúen visualizando expedito el camino hacia una mayor asimetría. El panorama se oscurece aún más si nos adentramos en el terreno de las políticas sociales y la educación. Si uno interpela a Rivera acerca de derechos como el aborto o el matrimonio homosexual, encontrará seguro respuestas ambiguas. De la misma manera, si se le pregunta por cuestiones sencillas como la que atañe al mantenimiento de la Religión como asignatura obligatoria en las escuelas (una medida que parece un chiste en un Estado que se autodefine como "aconfesional"), el político catalán se desmarca alegando que ese debate le parece "cansino". Así las cosas, no parece que el aire fresco que promete Ciudadanos vaya a materializarse precisamente en un Estado renacido. Ya lo decía Lampedusa: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". 

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